El síndrome de la cartera y las llaves
A ver a quién le suena esto: Sábado a punto de salir a la comida familiar, tu esposo dice: ¡Vámonos! Toma, su cartera, sus llaves y se sube al coche. […]
Un blog de risas garantizadas y uno que otro verdadazo…
A ver a quién le suena esto: Sábado a punto de salir a la comida familiar, tu esposo dice: ¡Vámonos! Toma, su cartera, sus llaves y se sube al coche. […]
A ver a quién le suena esto:
Sábado a punto de salir a la comida familiar, tu esposo dice:
¡Vámonos!
Toma, su cartera, sus llaves y se sube al coche.
Mientras tanto tú: terminas de arreglarte, recoges tu cuarto, cierras las ventanas, “Mamá ¿me peinas?”, le sirves de comer a los perros, te fijas que los cuartos estén cerrados, regañas al niñito, al que le “solicitaste”, en varias ocasiones que “¡de una vez por todas recoja esos legos o los recoges tú y se van a ir para siempre!”, trapeas el baño porque alguien tuvo la increíble iniciativa de bañar al perro (o inundar el baño, cuestión de enfoques), recoges la cocina en la que todos, muy amables, fueron desperdigando sus platos (en lugar de meterlos en la lavadora (¡¿qué les cuesta de veras?!) y, paralelamente, vas dando instrucciones tipo : “aquí hay unos zapatos que recoger”; “cierren la puerta de su cuarto”; “¿terminaron la tarea?”; “llévense un sweater”… por fin, tienes tu bolsa, los niños están listos, abres la puerta, se escapa el perro, logras meterlo ¡uufff! te sientas en el coche, exhausta, y preguntas al esposo: “¿subiste el pastel que estaba en la entrada?” obvio recién preparado y razón por la cual, estuviste toda la mañana en la cocina y no en un masaje de relajación (Nota mental: la siguiente vez vete al masaje y compra el pastel).
Y el marido, encantador, responde: “No, no sabía que había que traerlo….”
Y en ese momento hay de dos sopas:
1.Explota la bomba.
2.Respiras muy profundo y te tragas tus comentarios (que, obvio, en mi caso nunca aplica)
ooooooo, les tengo una nueva:
Lo procesas bajo la premisa que mi hermana y yo hemos denominado: “El síndrome de la cartera y las llaves”.
He pasado horas con mujeres de distintas edades y situaciones hablando acerca de este fenómeno, todas, T-O-D-A-S estamos de acuerdo y todas tenemos 873,657 anécdotas para documentar los hechos y, cuando todas las quejas coinciden en una misma conclusión, pues entonces: es un hecho comprobado.
La logística que implica coordinar: casa, familia, vida social, compromisos de la escuela, del trabajo, del esposo, jardín, mascotas, super, tintorería, staff, reparaciones, mejoras en el hogar, amigos y todo tipo de actividades, implica mucha organización, pero si además tienes una chamba la cosa se pone todavía mejor, especialmente si, como yo, eres un “poco” neuras y no te gusta andar cargando con pendientes.
Cero me siento especial por ello, sé que tú haces lo mismo y probablemente incluso mejor y con más hijos, o trabajo, o actividades, no tengo ninguna duda de que las mujeres resolvemos, entregamos, llegamos, estamos y damos, de manera espectacular. Y por esa razón, nos da tantísimo coraje que el compañero XY tenga la desfachatez de (aparentemente) no hacer nada más que tomar su cartera, sus llaves y estar listo para lo que sea mientras nosotros malabareamos un circo de seis pistas.
Pero les tengo una noticia: después de años de alimentar esta teoría y hacer “algunos” berrinches, empiezo a pensar que puede haber otro lado de la moneda. Porque ahora tengo un hombrecito de 12 con el que no me lo tomo personal, como sucede con el Sponsor, y eso me permite observar el fenómeno fríamente, y descubrir que, en realidad, eso de la cartera y las llaves no lo hacen por joder sino que es parte de su ADN.
Los hombres se ocupan de su cartera y sus llaves porque ESO es lo que para ellos, en ESE momento, es lo que se necesita.
No por falta de empatía, de interés, o porque quieran descomponernos el día; no por malvados o desinteresados, sino porque para ellos, lo que importa en ese momento es eso y lo demás, es lo de menos.
Sí, sí me quiero matar cuando esto pasa en mi casa, igual que todas ustedes…
Sería genial que le pusieran más ganitas a la participación en el hogar y que tomarán consciencia de todas las implicaciones que tiene mover una familia pero…los hombres tienen la increíble capacidad de concentrarse ¡solo! en el momento presente, en lo que pasa, o se necesita, o quieren, en ese momento y dejar todo lo que no les hace falta en ese instante para después (o para nunca, pero por lo pronto, para después). Si es hora de irse se van, de comer se sientan, de estar se instalan, creo que en general van por la vida más ligeros, y creo que tal vez nosotras tendríamos que aprender a hacer eso más seguido.
Complicarnos menos la vida, bajar el estándar de calidad y quitarle tres rayitas al multitasking. Obvio, para que fuera el mundo ideal, los hombres tendrían que hacer más de lo nuestro y nosotros más de lo de ellos (para allá vamos, dios mediante) pero por el momento, yo creo que mejor vamos haciendo algo por nosotras porque pasarnos la vida siendo la Vieja del 71 (la que entendió, entendió y la que no: está muy chava) con una lista de quejas y demandas interminable contra los maridos, la verdad es que no nos va a servir de nada.
Y porque con todo y las ganas que me dan de ahorcar al mío cuando pasan esas cosas, quisiera aprender un poco de este género y disfrutar más el momento.
Necesitamos recordar que si bien hay cosas que necesitan hacerse aunque no sean horas, varias pueden quedarse pendientes, otras son innecesarias y muchas ni siquiera nuestra responsabilidad; como limpiar obsesivamente las mochilas de tus hijos, repito: de TUS hijos (ósea: ¡de ELLOS!).
No me cansaré de decirlo señoras: el camino a la felicidad es soltar y dejar que cada quién se ocupe de cada quién.
Estamos formando adultos responsables de ellos mismos, no niños que necesiten para siempre una mamá y eso se empieza hoy, ahorita, con cada hijo, sin importar la edad, DE-JA-LOS aprender a hacerse cargo de ellos mismos.
Sí querida, eso implica dejar que se equivoquen, reprueben, se tarden, les dé gripa por no haberse llevado un sweater y quedarse sin derecho a un privilegio por no cumplir una obligación.
Se llama: asumir las consecuencias de sus actos.
Y me parece que también, el camino es aprender a ser más como los hombres, más ligeras, más enfocadas al momento presente, menos complicadas. Creo que si logramos integrar eso a nuestras vidas, podremos encontrar una mejor fórmula en el camino del crecimiento personal.
El síndrome de la cartera y las llaves es ¡sin duda! enloquecedor por momentos, pero es una manera de ser intrínseca de nuestros queridos hombres y, si entendemos eso, podremos quitarle estrés a nuestras relaciones y simplemente entendernos mejor y ser más felices.
Te invito a que hagamos eso: vivir más en el presente, soltar las cosas que pueden esperar y dejar ir las que no te corresponden.
A viajar más ligera y poder salir de tu casa, o de cualquier situación, simplemente, con tu cartera y tus llaves y, probar que se siente.