Diapositiva1La Copa Timón es, sin duda, la mayor ilusión en la vida para mi hijo de 10 años. Para un amante del fut, este torneo en el que participan niños y jóvenes es algo así como la meca. Este niñito planea con una emoción desbordada todos los detalles durante meses. Y aquí quiero hacer una mención especial al Sponsor que comparte su pasión y se la rifa con él, every step of the way, no se confundan, el DT es el de 10, pero este papá que le tocó lo ayuda a ejecutar cada paso del proceso. Planean, platican, hacen estrategias, fichajes, trackings, pasan horas viendo uniformes, van a las juntas, hace chats y hasta de coach le entra. Es su proyecto papá-hijo y aunque el torneo es la cumbre, el proceso les deja, a los dos, un bonding que a mí me saca lagrimitas y a ellos los hace cómplices de una manera increíble

Este fue el tercer año consecutivo que participaron. O debería de decir: participamos, porque en este evento participa toda la familia. Son tres días de partidos en donde, básicamente, te olvidas de cualquier otra actividad y vives en la sede del torneo.

Ahí estamos todos: llegando a pesar del tráfico, la desmañanada del sábado, saludándonos a las carreras y “quejándonos” que esas no son horas y que qué barbaridad y qué flojera, que si nos tocan 3 o 4 o 6 partidos, que si están uno o todos nuestros hijos, que si esto y que si el otro… pero basta con que empiece un partido para que todo eso se no olvide y, de pronto, todos seamos expertos en futbol, porristas certificados, directores técnicos profesionales y desde luego, papás y mamás, del mejor jugador del equipo.

Y es que sí. ¡Es lo máximo ver a tus hijos haciendo algo que les gusta y estar junto a ellos para celebrar y apoyar sus logros! Nada se compara a verles la sonrisa cuando meten un gol o celebran el de su compañero. Son de esos momentos que quisiéramos que estuviera hecha la vida siempre. Los felices. Los de cuando todo sale bien.

Hay partidos increíbles que son una gozada con contrincantes buenísimos, juegos súper emocionantes, juegos difíciles, juegos cardíacos, juegos divertidísimos. La experiencia en general es fantástica.

En estos tres años de torneo me ha tocado de todo, me he encontrado gente que no veía hace años que va a echarle porras a su hijo, que juega contra el mío y acabamos todos apoyando a todos; papás contrincantes que no conoces pero acabas conociendo y reencontrándote cada año con gusto, grupos de papás que se visten todos igual, llevan tambores y cantan sin cesar y que le dan a todo un toque folklórico y divertido.

O, menos padre, ese partido nefasto en el que la estrategia del equipo contrario fue madrearse sistemáticamente al de mi hijo y pegarles, literal, de todas las maneras que pudieron para romperles el juego pero, sobre todo, el orgullo.

Lo más impresionante de todo era que las que fomentaban las porquerías y la agresión ¡eran las mamás! Una serie de señoras elegantísimas, con bolsas carísimas —porque sí, estas eran las mamás de una de las escuelas “elite” de nuestro país— gritándole a sus hijos que “les dieran más fuerte” que “ya casi los quebraban” que “ya estaban llorando y faltaba poco” y que, no contentas con eso, le gritaban ellas también a los niños del equipo contrario unas cosas terriblemente agresivas, ofensivas y vergonzosas que salían de sus bocas botoxeadas y sus looks tan perfectos.

Unas brujas.

Señoras de la alta sociedad, gritándole a mi hijo y a sus amigos sin darse cuenta de que los niños ¡de 9 años! (aunque eso NUNCA está bien) estaban llorando de la humillación y que los golpes a los tobillos y las espinillas no eran lo que más dolía… eran sus palabras.

Nunca en mi vida había sentido la necesidad de, literalmente, golpear a alguien hasta ese día, no les tengo que explicar mucho… cuando alguien se mete con tu cachorro el instinto de protección es completamente animal.

Afortunadamente tuve un momento de lucidez y decidí que yo no iba a ser “Lady Timóny que más valía cambiarme de lugar y alejarme porque, además, con tooodos sus guaruras armados parados atrás de ellas, mis probabilidades no eran buenas y que, finalmente, reaccionar ante gente así, es ponerte a su nivel y puede que yo no tenga todos sus millones, pero en cuestión de educación sí me las llevo de calle.

Hay gente que solo tiene eso, dinero.

Y hay gente muy loquita.

Papás que se pelean con los árbitros desde la tribuna, papás que son el coach y no paran de hacer berrinche y patean el piso (qué bonito ejemplo), o que cagotean al entrenador (que ellos contrataron) porque no está haciendo lo que ellos quieren, o los que no paran de darle instrucciones a sus hijos y lo único que consiguen es estresarlos, u otros que los regañan todo el tiempo y les tienen una lista interminable de errores cometidos cuando los reciben, en lugar de darles un abrazo.

Señores, señoras, no lo olviden: lo verdaderamente importante en este tipo de eventos es que nuestros hijos se diviertan y aprendan cosas fundamentales para la vida en donde ¡lo de menos! es el deporte que están practicando ¡Es hacer equipo! Pertenecer a uno te enseña que necesitas de todos para ganar, que hay que saber pasar la bola, ser solidario, esperar tu turno, cumplir las reglas, respetar la autoridad, ser tolerante a la frustración, pensar estratégicamente y, por supuesto, trabajar en equipo.

Y lo más importante, sin duda: te enseña a perder.

A entender que las cosas no siempre salen bien, que la vida (o el árbitro), a veces no es justa, que incluso si haces tu mejor esfuerzo puede no salir como planeado. Que así es y que, como dice mi niño: “así pasa en el futbol mamá”

Nuestros hijos necesitan desesperadamente aprender el arte de “suck it up” y ser realistas. ¿Qué nos espera con toda esta generación que está creciendo pensando que es un campeón o una princesa? ¿Qué va a pasar el día que se den cuenta de que son un simple mortal? ¿Se imaginan? ¡Que peligro!

Con todo respeto, todos los participantes del torneo, tu hijo, mi hijo y el de mi amiga, T-O-D-O-S, necesitan perder más seguido. Los tenemos muy sobrados, demasiado empoderados, hiperconsentidos. Son un sector muy privilegiado, y eso no está mal ¡qué suerte! Pero es nuestra responsabilidad enfrentarlos a situaciones que los hagan sentirse frustrados. Porque no, no son campeones, ni son un crack, ni creo que hayan muchos que vayan a ser Messi, ni mucho menos una princesa (¡gracias a dios!)

Son niños, que juegan fut (o cualquier otra cosa) y les gusta. Hay muchos que juegan increíble y eso está muy bien, pero por favor ubíquense queridos padres de familia, no les inflen el ego más de lo necesario y de pasada desinflen el de ustedes un poquito. No mamen.

Dejen que se den sus madrazos.

Enséñenles a ser humildes siendo humildes ustedes primero.

Enséñenles a respetar no solo la autoridad, que es el árbitro —neta papás, mentarle la madre al referee enfrente de sus hijos está de la chingada, ¿que no están viendo el mierdero de país en el que estamos? ¡Empiecen por respetar ustedes la ley de la cancha y especialmente al ser humano que está haciendo su trabajo!— pero, sobre todo, a su contrincante.

Ganar a base de madrear, no es ganar.

Jugar limpio, sin importar si estás o no en una cancha, es una de las principales cualidades de una persona.Y lo que diferencia al primer mundo del tercero.

La violencia de este país no empieza con el narco, empieza en nuestras casas cuando permitimos (¡y le enseñamos!) a los hijos a que agredan a alguien más, en un partido amistoso a los 9 años. Que está bien hacer llorar a otra persona y “quebrarlo” (hijas de la fregada… me acuerdo y me vuelvo a enchilar).

¡Dense cuenta de los mounstritos que están creando! ¿Qué tipo de adultos van a estar a cargo de este país? Tú eres responsable del futuro, ¿sí entiendes? Tú estás formando a sus líderes. ¿Sabes qué tipo de persona van a ser estos niños violentos, caprichosos, ególatras y sin ningún tipo de empatía por el otro? ¡TRUMP! Nada más y nada menos. Así que piénsatela dos veces antes de seguirle alimentando sus berrinches y ponerle la vida tan fácil e inmediata.

Para aquellos que se toman demasiado en serio los torneos de sus hijos (en cualquier deporte), me gustaría sugerirles algo: si lo que ustedes quieren es un campeón, les propongo que elijan una disciplina que les guste y se pongan a entrenar para ser campeones USTEDES.

Mientras tanto dejen que sus hij@s jueguen en paz y se diviertan.

Paren de presionarlos y de exigirles tanto. ¡Neta bájenle tres rayitas y dejen de realizarse a través de los logros de sus hijos!Son de ellos. ¿Por qué es tan importante para ti que tu hijo siempre gane? ¿Por qué pretendes que el materialice lo que tú no pudiste o repita lo que tu hiciste? ¿Por qué?

¡Despierten mamás y papás! Apoyar a los hijos no es pararse en 5 partidos y gritarles cosas, ni ponerse como fieras contra el equipo contrario, ni hacer trampas para que su equipo pase.

Revisen y suelten.

Si de verdad quieres empoderar a tu niñit@ pasa tiempo con él. Encuentra una actividad en que los dos puedan aportar. Enséñale a asumir. A disculparse y, sobre todo, a perder.

¿Sabes por qué? Porque cuando aprenden esas cosas, cuando juegan limpio y ganan por sus propios méritos, la satisfacción será infinitamente mayor.

Porque solo hay una cosa más dulce que la victoria y eso es ganártela con tu propio esfuerzo pero, especialmente, con la conciencia tranquila.

Y eso, señoras y señores, ¡ESO! es ser verdaderamente, un campeón.

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Valeria Stoopen Barois

L´amargeitor

(P.D. Gracias a todos los papás del equipo Francia por su entusiasmo y compañerismo, nuestros hijos ganaron mucho más que unos partidos. Y gracias a Gerardo Orvañanos @gorvananos por estas increíbles fotos. Si quieren unas clases de cómo educar a un hijo goleador con los pies en el piso, o de fotografía, háblenle a él).

*Este post fue previamente publicado por el HuffingtonPost México

7 Comments »

  1. Hola! Sabes de qué tienes que hablar algún día: competencia de fiestas infantiles. No se si en Cd. de Mexico pero en Querétaro y en Monterrey es ridículo!
    Acepto que no en todos los círculos, pero en el medio-alto y alto de verdad: ridículo. Se gastan muchos miles de pesos para el niño que cumple siete años, o la súper fiesta de Halloween. En fin, felicidades por tus articulos.

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  2. Tienes toda la razon! No sabes como me desespera que en el karate pasen de cinta porque se van a deprimir… como le digo a mis hijos la vida no es justa! Hay que adaptarse

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  3. Este artículo es atemporal, no importa cuando lo leas (hace seis, dos o un año) sigue vigente. Con ganas de mandárselo a unos cuantos papás de la escuela de mis hijas jaja

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