Y prometo serte fiel…
Les pasa como a mí que últimamente en cualquier reunión de amigos el tema recurrente es que X le pintó el cuerno a Y… ¿O yo necesito cambiar de amigos? […]
Un blog de risas garantizadas y uno que otro verdadazo…
Les pasa como a mí que últimamente en cualquier reunión de amigos el tema recurrente es que X le pintó el cuerno a Y… ¿O yo necesito cambiar de amigos? […]
Les pasa como a mí que últimamente en cualquier reunión de amigos el tema recurrente es que X le pintó el cuerno a Y…
¿O yo necesito cambiar de amigos?
Estoy segura que no.
No sé si en todo el mundo, pero por lo menos en el mío, es algo tan recurrente que parece normal.
Que si se metió a entrenar cañón y se enamoró de su coach, que si el de la oficina, que si de vez en cuando, que solo una vez, que si le encontró los mensajes en el celular, o los mails en la computadora. Que si las escorts, que si conoció a alguien en el cruce de no se qué cordillera, que si se “sentía tan solo y devaluado”, que si el esposo de la amiga, o la amiga de la esposa, que si tiene novia, que la “comida” de negocios, que la casa chica o el viaje de chamba… las historias son interminables.
Todos tenemos una cerca.
Todos.
Y es que sí. El hecho de que te cases o comprometas con alguien no hace que automáticamente te dejen de gustar otras personas. La atracción física es una condición per se del ser humano. El problema radica en que, se supone, somos seres racionales pero que de pronto lo de la atracción y lo de ser racional no para todos es compatible.
La infidelidad es parte de la historia del mundo, en muchas partes, incluso, los hombres tienen “permiso” de tener muchas mujeres. En las historias de reyes y reinas ser amante de uno era un puesto de “alto rango” dentro de la sociedad.
Lo malo es que nosotros hacemos primero todo un show para comprometernos con UNA persona y a la mera hora pues dice la señora (o el señor) que siempre no.
Muchos factores “ayudan” a esta situación. La manera de hacer “negocios” en este país, las famosísimas comidas que acaban a las 10:00 PM y en donde de lo menos que se habla es de trabajo después de las 5:00 PM. La peda permanente en la que viven tant@s. La sociedad machista. Las “señoras y señoritas” que se prestan a eso, sin entender que están poniéndose de pechito -literal- para que las usen. La viajadera. La presión social (y el dime con quién andas…). La falta de principios (o de huevos). La inocencia de unas y el abuso de otras. Las familias que viven separadas y donde el señor (literalmente también) va y viene. La aburrición. La tentación. El reto. El exceso de lana (que es directamente proporcional a los excesos de cualquier tipo y a la insatisfacción permanente).
¡Y por supuesto ahora el famosísimo Tinder y todas sus amigas, las redes sociales!
Ahora, ni siquiera hay que ir, empedar y animarse a ligar y ver si pega.
Ahora, desde la comodidad de tu celular, puedes elegir al candidat@ y quedar en un hotel, el lunes a las 2:00 PM, para acostarte con alguien sin que nadie se dé cuenta. Tinder está atascado de señores casados que ni siquiera se toman la molestia de cambiar su perfil y que están descaradamente en el mercado mientras sus señoras están jugando a la casita (o a los muñecos). O el típico “search” en el feis que un cuate le ayuda a hacer a otro, para ver si una chava tiene amigos en común o no y ver si “es safe” o no salir con ella. O los chats esos que se borran. O lo de tener dos teléfonos. En fin. Qué chingona es la tecnología me cae.
Me parece que cada quien es libre de (des)hacer su vida como mejor le convenga y hacerse todo lo pendejo que quiera.
Lo que no me parece es, cómo, en estos tiempos electorales, con nuestros flamantes candidatos (que más bien parecen un desfile de bandidos) nos quejamos, nos preocupamos, nos indignamos. ¡Qué tal nos enfurece el descaro, el valemadrismo, la impunidad! Nos enfurece saber que nos roben y nos descompone la deshonestidad y en general, todo el sistema.
Estamos, y con razón, MUY preocupados ¿verdad? y… muy incongruentes, también.
¿Por que qué creen?
Que la familia es la base de una sociedad.
El palitos uno de este país somos nosotros. Y me da muchísima pena comunicarles que el mierdero que tenemos empieza en nuestra casa.
Por qué ¿qué podemos esperar si somos ¡nosotros! los primeros que estamos engañando a las personas que “más queremos”? Que estamos enseñando a nuestros hijos a hacer trampa (“porque los hombres tienen sus necesidades“) A darse permisos. A tener dos vidas o ¡peor tantito! a permitir todo esto (¡y más!) por miedo a perder el status, el dinero, o que -Dios no quiera- pertenecer al gremio de las divorciadas “porque pobrecitas, que mal se ve“.
¿Qué les estamos enseñando a nuestros hijos?
No hay manera de mejorar como país si no mejoramos como sociedad y viendo el desmadrito que traemos, la verdad no veo cómo para cuándo esto vaya a mejorar.
Hay que dejar de hacerse pendejos.
Confronten sus miedos. Responsabilícense de sus heridas infantiles. Sanen sus relaciones. Aprendan a comunicarse. ¡Háganse hombres y mujeres! Hagan lo que tengan que hacer para que su relación funcione como ustedes quieren o termínenla y despídanse si no están felices.
Sean honestos con ustedes y con quien viven. Enfrenten sus vidas y aquellas cosas de las que claramente se están escapando. Resuelvan.
No se vale andarle rompiendo la vida a otros a merced de sus antojos, sus caprichos y su vergonzosa inmadurez.
Porque la peor parte de cualquier infidelidad nunca son las viejas, los señores, las artimañas y cualquiera de las circunstancias. La peor parte es SIEMPRE la mentira. Eso es lo que destruye a una sociedad y lo que nos tiene a todos tan jodidos.
La deshonestidad.
Yo, personalmente creo, que este cuento del matrimonio y del vivieron felices para siempre ya no funciona para todos en su forma original. Somos todos tan diferentes que el cuento de vivir en pareja debería de ser completamente Montessori sin que el resto del mundo se metiera, de ninguna manera, en nuestras decisiones personales y de pareja. Y que no fuera socialmente tan complicado salir de una relación que ya no funciona o tener acuerdos distintos a la mayoría.
El matrimonio se “inventó” cuando la expectativa de vida era de 35 años y por suerte (o por desgracia), la nuestra será por lo menos de 90. Así que me parece que es hora de ir cambiando las cosas y hacerle una reingeniería contundente a la pareja.
Para mí, vivir en pareja es el mejor plan, hasta ahora. Tener un proyecto de vida con alguien que pretende lo mismo que tú, enriquece el trayecto y, por lo menos a mí, da una razón para seguir avanzando.
La manera de hacerlo, debería de ser completamente abierta y subjetiva mientras el proyecto siguiera siendo el mismo. Pero, sobre todo, mientras exista CONSENSO y las dos partes estén de acuerdo en el sistema que se elija. La lealtad no necesariamente tiene que ser sexual. (O sí, repito: cada quién). La lealtad podría ser una comunicación completamente abierta basada en la total honestidad. Por supuesto, eso implicaría un grado de madurez y apertura tan cabrón que muchos no estaríamos ni de cerquita listos, pero tampoco tendría que ser obligatorio.
Que simplemente pudiéramos abrir la mente a tener parejas y ser parejas más abiertas al diálogo y a no seguir haciendo las cosas como claramente no están funcionando y mandar a la mierda los prejuicios.
Swingers, abiertas, tradicionales, homosexuales, heterosexuales… que cada quién elija qué le sirve y los demás se callen la boca. ¡El objetivo es ser feliz! No pasarse la vida sufriendo y vivir diciendo mentiras.
Los invito a pensar seriamente en la vida que quieren tener, y si quieren tenerla en pareja, porque efectivamente no es nada fácil y requiere mantenimiento diario, más un CHINGO de trabajo y compromiso. Y, paralelamente, dejar de vivir en Disneylandia pretendiendo que viviremos felices para siempre nomás porque sí.
Yo pienso que sí se puede vivir en pareja y estar satisfecho. Que sí se puede regresar de lugares oscuros o evitar caerse en ellos. Sí se puede. Siempre y cuando las dos partes estén cabronamente dispuestas a arremangarse y trabajar seriamente en su proyecto de persona, para ser una mejor pareja y vivir lo más felices posible juntos, incluso, en los momentos pinches.
Reinventarse. Re-conocerse. Perdonarse. Aceptarse.
Renovarse o morir todos los días y volver a empezar.
Agarrar la fiesta (o el deporte, o el enojo, o la soledad o cualquiera) y evadir todos esos vacíos que nos hacen escaparnos de nosotros es, definitivamente, la salida fácil.
Lo cabrón es quedarse, amarrarse los pantalones asumir las responsabilidades en cada caso y ponerse a trabajar. O aceptar que ese proyecto ya no te hace feliz y entonces, dar la cara y largarte de ahí con la cabeza en alto y sin romperle el alma a todos los involucrados.
Porque no, no son más hombres, ni más cabrones, ni dignos de admiración, ni son más listas, ni más liberadas, ni así “va a aprender el otro lo que se siente“, o van a encontrar la parte que les hace falta. No, no es normal “porque son hombres“, “ni pobrecitas porque el marido no las pela”. Son su pequeño niño interior pegando de alaridos para que alguien le haga caso y lo apapache porque está completamente roto y descompuesto y que, más que andar brincando de aquí para allá, necesita que lo asuman y lo ayuden a sanar.
Déjense por favor de andar contando cuentos y haciendo pendejadas.
Sean honestos con ustedes y con su entorno (eso incluye traer placas de Morelos si son chilangos y asumir la legislación y pagos correspondientes, no se hagan).
Sean congruentes.
Hagan las cosas bien, plis, ya están grandecitos.
Este post fue previamente publicado por el Huffington Post México
Me encanto!!!!
Compleméntalo con el que sale corriendo una vez q se separa y se involucra con otra luego luego!
Mejor enfóquense en ese Niño interior y deje de llenar vacíos con amores de cama.
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Otro más que me encantó!!!
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De acuerdo, pero también considera que la mismas facilidades también aplican para las mujeres, que cada vez le entran mas a este asunto, ya dejo de ser exclusivo de hombres
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