#TodoMal “Moders” y “Faders” …necesitamos hacer un mejor trabajo
Nadie dice que ser papá o mamá es fácil, ni mucho menos que hagamos las cosas mal a propósito, al contrario, todos vamos por ahí queriendo lo mismo: hijos empáticos, […]
Un blog de risas garantizadas y uno que otro verdadazo…
Nadie dice que ser papá o mamá es fácil, ni mucho menos que hagamos las cosas mal a propósito, al contrario, todos vamos por ahí queriendo lo mismo: hijos empáticos, […]
Nadie dice que ser papá o mamá es fácil, ni mucho menos que hagamos las cosas mal a propósito, al contrario, todos vamos por ahí queriendo lo mismo: hijos empáticos, independientes, resilientes, exitosos, responsables, sensibles, deportistas, trabajadores, valientes, felices, satisfechos y con una autoestima a prueba de todo, ¿no?
¡Obvio!, ¡quién no quiere eso!
Pero, ¿se han puesto a pensar qué estamos haciendo?
Estamos pretendiendo ser “supermamás”, arreglándo toda su vida, metiéndonos en sus problemas y organizándoles todos sus planes.
Estamos sobreprotegiendo a nuestros hijos, fabricándoles un mundo estéril, en donde nada les duela, nada les moleste, nada les estorbe y nada los saque, nunca, de su zonita de confort.
Dicen por ahí que sobreproteger es hacer por alguien cualquier cosa que puede hacer por sí misma, así que pónganse a pensar cuántas cosas hacemos diario por nuestros hijos que ellos pueden hacer solos….
Estamos abusando de nuestro papel -y del WA- pensando que alguien nos pidió nuestra opinión en cuanto a lo que sucede dentro de la escuela y en los salones de nuestros hijos. Estamos satanizando la autoridad, los sistemas y las decisiones de las instituciones que ¡nosotros elegimos! Díganme, ¿cuándo, por dios, fueron nuestros papás a decir ¡pío! a las nuestras?
Estamos jugando a ser los papás cool, poniéndolos en situaciones de las que deberíamos de estarlos protegiendo. Estamos rompiendo y enseñándoles a romper la ley, dándoles dinero para ir a comprar alcohol y ofreciéndolo en sus fiestas porque “pobres, si no naaadie va a venir”y ya la peor: poniéndonos la peda con ellos, o de a tiro por viaje ¡enfrente de ellos! Estamos normalizando y comunicando que estar pedo es completamente aceptable porque: “Es que, mejor que aprendan a tomar conmigo”. ¡No manchen, ese es el cliché más pendejo que he escuchado!
Estamos atascándolos de cosas, de ropa, de juegos, de “experiencias”, de dinero para gastar en demasiadas cosas, que no necesitan, no valoran porque no les costó trabajo ganarse, y muy probablemente, no era tiempo de que tuvieran.
Estamos pretendiendo formar personas resilientes impidiendo que enfrenten las consecuencias de sus actos: que les de frío si no llevan sweater, que reprueben si no pasan los examenes, que no tengan permiso si no cumplieron con su obligación.
Estamos haciendo a nuestros hijos adictos al reconocimiento, “campeones y princesas” con graduaciones estrafalarias por acabar kínder, celular por acabar primaria y un sinfín de estupideces que les aplaudimos y que en realidad no les implicaron ningún esfuerzo. En muchos casos, era su responsabilidad hacer… ¡o les hicimos nosotros!
Y estamos poniéndoles una pinche pantallita en sus manitas. Demasiado pronto. Demasiado tiempo y con demasiada libertad, sin entender el enorme peligro que eso representa para, obvio, podernos pegarnos nosotros a la nuestra. Estamos abusando de la pantallita. Todos.
Pero la peor… es que estamos negados a escuchar que nuestro hijo pueda ser “el bully”, “el causante”, “el madreador”, “el que se robó algo”, “el agresor”. Porque aceptar eso implicaría, obvio, que nosotros, también, algo estamos haciendo mal. Y eso, ¡eso síque no!
#TODOMAL
En el afán de “ayudarlos” estamos poniendo en el mundo personas completamente débiles, incapaces de resolver, sin herramientas para copear con las adversidades de la vida. O al revés, adultos violentos, arrogantes, agresivos que resuelven todo a gritos a madrazos o con amenazas del tipo: “¿Qué no sabes quién soy yo?”
Eso estamos haciendo.
Una generación de niños que no entienden que los actos tienen consecuencias, con cero capacidad de sentir empatía, de entender el entorno en el que viven, de hacer algo por los demás o de llevar a cabo cualquier actividad que no implique comprar algo. O estar en el mismo lugar más de 10 minutos sin ver una pantalla o tomarse una foto.
El suicidio es la SEGUNDA causa de muerte en jóvenes en nuestro país y mi teoría es que esto que estamos haciendo, o dejando de hacer, tiene MUCHO que ver.
No estamos siendo los papás que nuestros hijos necesitan. Estamos sobreproduciendo su vida y haciendo que por fuera todo sea espectacular permanentemente. Pero no estamos dándoles herramientas para que se construyan por dentro. Para que sepan resolver. Adaptarse. Afrontar. Asumir.
Justo lo que NO queremos.
El enemigo somos nosotros, los papás y mamás de hoy que estamos más preocupados por ser cool sin tener ninguna consciencia de las implicaciones que va a tener en el futuro.
No tengan miedo de ser la bruja o el malo del cuento.
Porque cosas más, cosas menos, los niños y los adolescentes siempre han sido niños y adolescentes. El problema hoy, para mi gusto, es que los papás no estamos siendo los papás. ESE es el tema. No todo lo demás. Nosotros.
¿Mis sugerencias?
Escúchense
No se dejen llevar por las demás, esa es una presión extra que nadie necesita. TÚ sabes. Tú conoces a tu hijo. Sigan esa voz que les habla del estómago.
Ejerciten sus no´s
No, no puedes ir. No, no puedes comerte otro dulce. No, no puedes usar más tiempo la pantallita. No, no es tu turno. No, no te compro hoy eso. ¡NO! Es la palabra que más necesita escuchar un hijo porque lo contiene, lo ubica, le da la seguridad de que alguien más está a cargo y le pone los pies en el piso haciéndolo sentir protegido.
No, es la herramienta número UNO para aprender la tolerancia a la frustración y la palabra que queremos que se aprendan de memoria para usarla en el futuro y poder decir: “No, no me subo a tu coche porque estás borracho”, “No, no quiero drogas” y tal vez más importante: a respetarla cuando alguien les diga “No, no me toques”, “No, no me quiero acostar contigo”.
Asuman su papel de villanos
Nuestro trabajo no es caerle bien a los hijos ni ser la mamá/papá más cool de la escuela. Nuestra chamba es cuidarlos. Protegerlos. Guiarlos. Contenerlos. No poner la mesa para que suceda una desgracia o crear unos monstruitos completamente desubicados ni delincuentes en potencia.
No tengan miedo de ser la bruja o el malo del cuento.
No den permisos que tienen una alta probabilidad de acabar mal. No los pongan en lugares en donde si hay una emergencia no van a saber reaccionar. No los hagan vivir cosas que no les corresponden. No los dejes beber mientras no sean mayores de edad.
No sean ingenuos. Lo del sexo. Lo de las drogas. Lo del abuso. Lo de la violencia. T-O-D-O eso pasa y pasa todos los días en nuestros “muuy selectos grupos”. No dejes ir a tu hijo a a una fiesta (o a cualquier cosa), si no has hablado con los papás del que invita, si no conoces a nadie del plan en cuestión, si no sabes quién va a estar a cargo, de qué se trata y cómo es el plan. NUNCA.
Si eso les cuesta un pleito o 100 portazos ¡no importa! ¡aviéntenselos todos!
Estén
Estén estén estén estén .
Apersónense. Cuestionen. Platiquen. Pregunten.
Lo que realmente necesita un hijo es caso. Eso de que “más vale calidad que cantidad” no es cierto. Los hijos necesitan mucho caso. Mucho tiempo. Todo el tiempo.
Nos gastamos una fortuna en pendejadas con tal de que “ellos estén contentos”. Cuando en realidad, ellos están más contentos cuando las cosas son sencillas, sin tanta cosa. Cuando estamos realmente, con ellos, sin pantallas.
No hay otra manera para hacer un vínculo con los hijos que estando
No aflojen.
Por alguna misteriosa razón los papás modernos creen que cuando los niños se vuelven adolescentes ya son grandes y no necesitan estar. Y la realidad es que la cosa va totalmente al revés. ¡La adolescencia es cuando MÁS hay que estar!Cuando necesitan ser vistos, cuando necesitamos estar a las vivas, conocer a sus amigos, tener conversaciones y estar disponibles para lo que sea.
Ellos van a hacer todo lo posible por confirmar que no importa lo que hagan, nosotros seguimos ahí: firmes. Congruentes. Bien plantados. Esa es nuestra chamba. Seguir estando.
Deja que se caigan.
Déjalos asumir las consecuencias de sus actos. No hay otra manera de aprender que aprendiendo. Déjenlos por favor equivocarse regularmente. Dales herramientas y deja que se equivoquen. Dejen que se den sus madrazos.
Déjenlos caerse. Administrarse. Esforzarse. Chillar de frustración y volver a empezar. Necesitan aprender a ganar y resolver s-o-l-o-s, no les inflen el ego más de lo necesario y de pasada desinflen el de ustedes un poquito.
Espejea
Los hijos no son idiotas. Nos están viendo tooodo el tiempo. Seamos congruentes. Enséñales a respetar la autoridad, respetándola tú primero. Sigan las reglas. No digan mentiras.
Dejen la pinche pantallita, párenle a su desmadrito, suelten el gin and tonic y dejen de andar subiéndo fotos de sus chichis en instagram todos los días con cara de pato. ¿Cómo chingados les vamos a enseñar a hacer cosas que nosotros no hacemos?
Acuérdense de lo que sí importa
Enséñales a no necesitar tanto para sentirse felices. A ser humildes. Empáticos. Asertivos. A involucrarse en causas. A tener responsabilidades ¡y consecuencias! A estar en paz en su casa y aburrirse. A convivir con la familia. A estar solos y disfrutarlo (¡o no!). A escucharse. A trabajar. A esforzarse. A fracasar. A ser menos mamoncitos. A hacer comunidad y saberse parte de algo más grande que ellos.
Dense chance
De equivocarse. De estar hasta la madre. De hacerlo mal. De pegar de gritos. De disculparse y explicarles que las mamás y papás también nos portamos mal a veces. De decir no, aunque todas digan sí. De pedir ayuda. De aceptar que a veces nuestros hijos no son lo que hubiéramos esperado, pero igual los queremos. De no ser la mejor mamá o papá del mundo, pero sí lo mejor que pueden ser para sus hijos.
Enséñales a creer en ellos, confiando en ellos, te vas a sorprender de la cantidad de cosas que son capaces de hacer y que no les permitimos. Dales confianza. La confianza es el ingrediente número uno de la fortaleza y necesitamos formar adultos fuertes para tener un país fuerte.
Pero sobre todo acuérdense que lo único que REALMENTE necesitan nuestros hijos es que estemos y que seamos sus papás. Vayan por favor a ESTAR y a SER los papás que sus hijos necesitan.
*Este texto fue previamente publicado por el Huffington Post México
-FOTO GETTY-