El primer libro que leí fue Los hijos del Capitán Grant, de Julio Verne.

Me lo dio mi mamá y me dijo: “ten, tal vez te guste leer“. Lo terminé en una semana. Y cuando le dije que ya lo había acabado, no me creyó. Tenía 8 años y tal vez yo tampoco me hubiera creído.

No me acuerdo muy bien de qué iba ese libro, ni les voy a decir que su historia me cambió la vida o me marcó para siempre. Cero. Lo que sí les voy a decir es que leer se volvió una de las actividades más fundamentales, formativas, entretenidas, preferidas de mi vida. No, perdón, se volvió LA actividad favorita de mi vida.

Hoy, a mis casi 51, sigue siendo lo que más me gusta hacer: si estoy  cansada, leo, aburrida, leo, nefasteada, leo; ¿quiero evadir la realidad? leo; me urge aprender o saber más de algo, leo, entender algo que no estoy entendiendo: voy y leo de eso. Para apagar, prender, entretener, aprender, desaprender, comprender, leo, leo, leo.

Para ir a pasar todas las vacaciones a Valle de Bravo con mi familia, unos días a la playa, o en general a donde fuera, llevaba de menos 3 libros y goooordos, pa´ que duraran, (¡bendito Kindle qué delicia ya no ir cargando libros por el mundo!). 

Mi familia no era ruidosa. Ni súper animada. Ni ultra deportista. Ni planeaba 23 actividades diarias. Ni viajábamos con amigos cada fin de semana. Mi familia leía, compulsivamente. Y pues no sé si por aburrición o por el ejemplo, yo también he leído, desde el día que mi mamá me dio ese primer libro… compulsivamente.

Y es que leer te abre la mente, la imaginación, la puerta a la buena ortografía, a saber redactar, a ser más articulado y expresarte mejor. Pero sobre todo, leer, te abre las puertas del mundo, te permite conocer otras historias, otras culturas, otras formas a integrar con las tuyas y permitirte comprender que el mundo, va infinitamente más allá que ti. 

Te da cultura. Temas de conversación. Contexto. Paz. Curiosidad. Sabiduría. Perspectiva. Inquietud. Inspiración. Conexiones neuronales. Y ya de jodido… sueño (lo cual en estas edades donde el insomnio se apersona seguido, es un gran remedio).

Yo leo de todo dependiendo las épocas, los humores, la capacidad de concentración del momento, o la necesidad a cubrir. Por lo general siempre estoy leyendo dos libros al mismo tiempo, uno “de aprender” y otro de “no pensar” para escaparme de la realidad y darle a mis angustias un poco de paz, poniéndolas en pausa. 

Durante muchos años nunca dejé un libro al a mitad, hasta que un día decidí que la vida era demasiado corta para gastarla en libros que no valen la pena, habiendo tantas joyas allá afuera. Así que si después de machetearle unos capítulos no hay nada de ese texto que me llame a seguirlo, lo dejo sin reparo. Y no, probablemente no he leído toooodo lo que “debería”, ni a toooodos los que “hay que” leer. ¿Y qué chingados? Para mí leer es un placer no una manda y lejos de ir palomeando, voy dejando que ellos me encuentren a mí. 

Tengo la teoría de que los libros llega a tu vida en el momento que tenías que leerlos y por eso a veces uno, que nomás no pudiste leer hoy, en un par de años te cae como anillo al dedo; hay que estar listo para leer algunos libros, hay otros que se leen cien veces y sigues descubriéndolos, unos que cuestan más trabajo que otros y esos que no quieres seguir leyendo para que te duren lo más posible.

Probablemente escribir fue una derivada de tanto leer y la manera más natural de comunicarme y conectar.

En la historia de todas las páginas que he leído, o las letras que he escrito, nunca tuve como meta escribir mi propio libro. Me imagino que una palabra llevó a la otra y que de pronto, como todo lo demás, solo sucedió. Una serie de eventos y textos (unos más afortunados que otros) me llevaron un día hasta Penguin Random House, que decidió editar, imprimir, y publicar mi primer libro que hoy es una realidad y que se llama:

Las cosas que no nos dijeron (y otras que sí, pero no son ciertas)

Hace unos días, después de casi 3 años del día que lo empecé a escribir (en medio de una pandemia) llegué a mi casa vacía y me encontré una caja con mi nombre, y mi libro. MIIIII libro. ¡O.mai.gooood! 

Pocas cosas más extrañas. Emocionantes. Y aterrorizantes. 

Y es que, no es lo mismo escribir columnas digitales, que ver impresas todas esas páginas cargadas de mis intensidades. ¡Nadie me dijo jamás lo que se siente publicar un libro y el vértigo que da saber que ya existe!

Después de brincar tantito de emoción y derramar unas lagrimillas de felicidad, me dio, como debe de ser ¡claro que sí! un ataque de ansiedad ¿¡qué hiciste Valeriaaaa?! ¡Te fuiste a encuerar en letras y ahora la gente lo va a leer! ¿estás locaaaaa? Me quedé aterrorizada y acto seguido cerré esa caja y la dejé ahí, una semana. Cerrada. No se lo enseñé a nadie, esperando que eso pudiera hacer que no existiera.

Una de esas cosa que aceptas o decides hacer:  trabajas y trabajas y dedicas horas y te avientas pensando que jamás va a llegar el día… y luego, un día, sin que puedas opinar, ¡llega! Siempre llega el día de todo y a mí cuando me llegan estos retos y momentos que implican salirme de mi comodidad, me descompongo por completo. 

Peroooo, si algo he aprendido en este caminito, es que los retos, precisamente, son lo que nos inyectan vida. Que en realidad no te mueres de nada (hasta que sí te mueres). Y que el susto es previo (y horrendoooo) pero ya que te avientas, hasta lo disfrutas. 

Lo que sigo sin aprender es eso de tener llenadera y entonces, si ya de por sí estoy aterrorizada por este nuevo proyecto, ¿¡por qué no también arrancar otro al mismo tiempo?! (les digo… luego uno va encontrándole el gusto a eso de ser masoquista y vivir nervioso) así que, para festejar este gran acontecimiento en mi vida (no es cierto, para seguir bajo el modus operandi de seguir haciendo cosas nuevas) decidí hacer un club de lectura

El club de lectura de L´amargeitor

¡TADAAAA!

No son clases. No es análisis. No es adoctrinamiento de nada. Es una nueva comunidad en donde nos comprometeremos a leer un libro al mes, durante 10 meses y nos reuniremos en una sesión mensual (vía zoom) para pelotearlo entre todos. ¿Qué nos gustó, nos chocó, nos inspiró, nos dejó? 

Libros de aprender (fáciles de leer, se trata de pasarla bien) porque si algo sí ya entendí, es que se trata de seguirse nutriendo, pa´seguir creciendo. 

Y eso es lo que vamos a hacer. 

Así que si quieres ser parte de este flamante club suscríbete AQUÍ 

Los libros nos impactan en todos los aspectos de la vida y pueden hacernos TODA la diferencia, si decidimos hacernos sus amigos. Nadie nos lo dice, pero…  nunca es tarde para descubrirlo.

¡Vámonos pues…. a leer!

PD.

Si quieres comprar LAS COSAS QUE NO NOS DIJERON puedes encontrarlo en todas las librerías habituales y cercanas a tu localidad (si no ha llegado ten tantita paciencia, tenemos un país muy grande 😉 )

Puedes comprarlo en Amazon AQUÍ 

Encontrarlo en Digital en Kindle. 

Y en Audiolibro (narrado por mí) en Audible.

Y, si vives en USA, puedes comprarlo AQUÍ 

Muchas, ¡muchas! gracias, siempre, por  venirme  a leer.

L ´amargeitor

Esta columna fue previamente publicada en cuestione https://cuestione.com/opinion/club-lectura-habito-pandemia-experiencias-propias-lamargeitor/

Leave a comment